El cáncer de próstata (CaP) de bajo riesgo podría definirse como aquel con escasa probabilidad de afectar a la esperanza o calidad de vida de los pacientes a lo largo de su periodo vital debido a su limitado potencial maligno. Se trata pues de una situación en la que el riesgo de sobretratamiento es real y, por tanto, dado el impacto negativo potencial de los tratamientos radicales en la calidad de vida, suscita la preocupación por adoptar estrategias de manejo que limiten al máximo el riesgo de secuelas irreversibles, fundamentalmente relacionadas con la disfunción eréctil y la continencia urinaria.
Se hace imprescindible distinguir entre sobrediagnóstico y sobretratamiento, que no deben ir asociados necesariamente. Si pudiésemos evitar el tratamiento en aquellos pacientes en los que el tumor nunca comprometerá su esperanza de vida (ni la calidad de vida por el desarrollo de síntomas locales o a distancia) limitaríamos el sobretratamiento. Este es el fundamento de la observación y del seguimiento activo (SA). Un paso más adelante supone poder tratar focalmente, de forma conservadora, con una morbilidad mínima y a un coste asumible, aquellos tumores de bajo riesgo que puedan ser identificados y localizados de forma fiable, evitando así la morbilidad asociada a los tratamientos radicales en aquellos pacientes en los que el tumor merece la pena ser tratado o el paciente así lo desee. En esto consiste la terapia focal (TF), que ocuparía, por tanto, un lugar entre el seguimiento activo y los tratamiento radicales.